domingo, 4 de junio de 2023

Epílogo

"Cada palabra tiene consecuencias. Cada silencio también”.
Jean-Paul Sartre

Ha pasado una semana desde aquel fortuito encuentro.
Me levanto de la cama, me preparo un plato de cereal. Tarareo una canción: "...de no haberte conocido mi vida no sería así, y creo que nunca te lo he dicho: mientras duró fui el más feliz 🎶". Me sigo preguntando tantas cosas, es como si me hubieran desarmado todo eso que aún me esmeraba por armar, como un castillito de Legos o una inestable torre de Jenga que colpasó catastróficamente; y lo patético es que no he salido de mi asombro. El castigo de ser una overthinker es darle vueltas y vueltas a las cosas hasta encontrarles vértices infinitos y perderme en ellos como si eso me pudiera ayudar a encontrarles un sentido, lo que, por supuesto, nunca sucede, y por el contrario, me hace vislumbrar 14 millones de escenarios multiplicando las (im)probabilidades a la décima potencia.

Rememoro esa noche, pretendiendo llenar esos huecos que con nada consigo hilar, como continuando el guión de la inusitada historia.
Después de unos tacos en el lugar de siempre con la gente de siempre, me decidí ofrecer un ride a quienes lo necesitaran, obviando el hecho de que éramos 8 personas y solo dos vehículos. Luego de un par de momentos algo incómodos por lo extrañamente distinto de tu actuar, abordé mi auto y -como suelo hacer- me rendí y no insisití más. Siempre he creído que aquí nada es a fuerzas, tomé un sorbo a mi agüita de horchata e ignoré el absurdo hecho de que, básicamente, todos pretendían irse en el otro coche. Cual si yo tuviera la peste del medioevo, o siendo francos, más bien denotando la -ahora- falta de confianza hacia mí. Whatever.

La lógica de las leyes de la física señalan que la materia no pueden ocupar simultáneamente dos espacios -mucho menos la de siete cuerpos en un sedán-, por lo que de manera inevitable, Aurorita optó por aceptar mi humilde oferta con rumbo al centro. No escuché cómo, no quise hacerlo, pero de alguna forma, tú también terminaste en el asiento de atrás de mi coche, dejando únicamente el espacio vacío de mis incógnitas como copiloto. "¿Así de plano, de a Uber?" -les pregunté-, y ante el silencio de ambos dije "va, no hay falla". Pero entonces suspiraste, como molesto, y en un arranque abriste la puerta para pasarte adelante impulsivamente. Todo raro, todo tenso, todo tan diferente que yo desconocía por completo al curioso sujeto que ocupaba el lugar en el que ya no estabas tú.

Encendí mi coche y avanzamos. Aurorita tan silenciosa como siempre, y tú enfatizando que morías de sueño. ¿Yo? Permanecí impasible, queriendo desconectarme de ese instante tan inesperado, tan extraño, tan inexplicable y lejano a tantas y tantas otras veces que antes fueron, pero que aquí y ahora claramente ya no son más. Un tope inadvertido y sin palabras de inmediato tú sacando mis lentes de la guantera, reconociendo perfectamente todo aquello que conoces bien.

Avanzo con calma, pidiendo indicaciones a Aurorita para llevarla a su destino. Al darme una vaga referencia, te apresuraste a decirme una indicación clave, de esas que solamente tú y yo identificaríamos con precisión. Asiento con la cabeza, y con toda serenidad, como bajando la guardia, cierras los ojos y te quedas dormido, como con aquella certeza de saber que estabas bien, que conmigo estabas seguro... o simplemente la fiesta y el cansancio terminaron por vencerte. ¿Por qué mi necedad de darle varias lecturas a las cosas? ¿Por qué no puedo simplemente conducir y ya? ¿Por qué es tan difícil poner en mute mis pensamientos? ¿Por qué le doy significado a todo lo que sucede a mi alrededor? ¿Por qué mi hiperobservación de cualquier estímulo los percibe como señales? ¿Por qué mi disonancia cognitiva no me permite simplemente existir omitiendolo todo? Más aún, ¿por qué olvidé mi BlackBerry para al menos oir mi playlist y no la radio? Grrr, ¿por qué no me dijiste a dónde llevarte antes de caer dormido? Mares de preguntas bailando en mi mente hasta que llegamos al primer destino. Me despido de Aurorita y quedo en blanco en medio de ese angosto callejón de un solo sentido y en el que nunca había estado, que conforme avanzo noto que ni siquiera tiene salida, o más bien sí, nos dirige a la zona del mirador, como un maldito chiste cruel de la irónica vida precisamente en el menos oportuno de los momentos.

Doy vuelta en U mientras te pido indicaciones. Tu yo semidormido me dice en una palabra hacia dónde ir y así lo hago, dirigiendo el volante con mi mano izquierda mientras que mi mano derecho busca sostener tu cabeza para que no te lastimes el cuello debido a tu mala postura sobre el asiento. Nada en contra de Cristian Castro que suena de fondo, de hecho esa hasta me gusta, ¡pero definitivamente no, gracias, ahorita no, joven!, ya tengo suficientes referentes que me anclan a tu recuerdo como para añadirle una estúpid*mente atinada canción más, así que presiono un comando del tablero y cambio la estación. "K-102 digital", anuncian, e irónicamente recuerdo que fue precisamente esa emisora la que alguna vez cubrió un evento de nuestro trabajo, y en la que los conductores te entrevistaron a ti. Entrevista que grabé en mi móvil 'como evidencia laboral' pero que 5 meses más tarde no sé porqué no puedo borrarla aún. También recuerdo que la programación a esta hora de la madrugada no es la más actualizada ni mucho menos los hits del momento, pero es lo mejor que hay disponible. Así, mientras subo por la avenida Panamericana, comienzan a escucharse las notas de un muy noventero Chayanne que los archivos de mi niñez reconocen de inmediato.

Para hacerme compañía le subo un poco al volumen -conozco que eso no inmuta tu profundo sueño-, y no me queda más, por inercia comienzo a susurrar cada estrofa; a las que, aunque voy sumergida en mis pensamientos, les presto atención por primera vez en la vida.

"🎶 Fuiste un trozo de hielo en la escarcha, una parte de mí que se marcha con la frialdad que tuviste al decirme adiós..." 🎶. La ironía de la vida es un maldito chiste (in)oportuno -me digo-, mientras volteo a verte y pienso que no me merecía tu repentino y radical silencio ni que te largaras de mi vida así nomás, sin siquiera una despedida, sin un motivo, sin nada más que un mensaje que ya no tuvo respuesta; a sabiendas de que contigo te llevabas un pedazo de mi corazón, ese que tuviste en tus manos medio año y de repente sin explicación te importó menos que cero. Así tuve que re-aprender a seguir viviendo mi vida como si no nos hubiéramos conocido -aunque lo hicimos-, como si nada hubiera pasado -aunque pasó-, como si estuviera completa -aunque no es así y apenas voy reconstruyendo esos fragmentos míos que se fueron contigo-. Qué bueno que duermes, porque así no escuchaste que tuve cobardemente el valor de decirte en voz alta lo enojada que estoy contigo.

Doblo en el semáforo y el boricua toca fibras sensibles. "🎶 ...fuiste tiempo de amor por las noches y hay que reconocer que lo hacías bien, era llegar con la espada hasta la pared..." 🎶. Como recordando aquel simpático mensaje en el que afirmábamos que era bueno "ya no ir tan acelerados", para dos días más tarde caer en lo que tarde o temprano sucedería. Como si pudiera dejar de ver tus manos, tus brazos, tu cuello, y no acordarme. Como si las "noches frías" que mencionaste en tus últimos audios no las estuviera viviendo yo también. Como si no hubieras sido la más indescriptiblemente placentera experiencia. Como si no acabaras de decir que te sigue gustando mi perfume. Y más allá del plano físico, como si no hubieras sabido lo bien que nos hacíamos al querernos bonito, al cuidarnos mutuamente, al compartir lo que realmente era nuestra intimidad en el sentido profundo y que no a cualquiera se le confía: miedos, sueños, planes, traumas, penas, logros, ¡esencia!, al habernos dado la importancia que nos dimos ante todo, frente a todos, y frente a nosotros mismos. No es posible querer sin admirar, y yo a ti te admiraba tanto...

Doy vuelta por el Chedraui, y aprovecho la luz roja del alto para voltear y cerciorarme de que mi mano en tu frente sí esté siendo útil para evitarte un dolor de cuello al día siguiente. "🎶 ...fuiste tantas cosas a la vez que me cuesta creer que hoy no seas nada... sobre todo porque no es verdad, no consigo olvidar esa mirada que aún me hace estremecer"... 🎶 Pfff. La ironía de la vida es un maldito chiste (in)oportuno -insisto-, y a veces no entiendo el sentido del humor del despiadado destino; porque sí, porque la radio local pretende ser un (des)atinado soundtrack, o una gitana que lee mentes, o simplemente como siempre estoy dándole un sentido a todo lo que me sucede, hasta a una canción aleatoria en un momento aleatorio, con mi extrasensible análisis de las casualidades que atribuyo como causalidades. Pero así es, me parece increíble que en ese tiempo eras un siempre. Mi sensei, mi 'camarada', mi confidente, mi 'compa', mi partner in crime. Me parece inverosímil saber que estuvimos a nada de serlo todo, y no hablo de ingenuas pretenciones románticas, no. Fuiste esa conexión que nunca creí que pudiera existir. Fuiste lo mismo que un día me dijiste a mí: "lo más cercano a la persona que siempre he querido encontrar". Fuiste demasiado irreal para ser real. Fuiste mis tardes de otoño, mis anécdotas de infancia, las tapiocas y las raíces de los árboles, mis miradas más sinceras, mis pasos de baile y mis explosiones de risa cuando no había razones para reír. Y me atrevo a decir que yo también lo era para ti, o al menos eso me hacías creer. Fuiste el amigo que en todos estos años jamás había encontrado, y las canciones que jamás había escuchado. Fuiste sorpresa y fuiste medicina -y te lo dije-. Fuiste mis cartas sobre la mesa. Fuiste, del tiempo pasado del ya no más, pero aún así existes, por lo que me mentiría diciendo que hoy no lo eres, aunque ya no estés, aunque este 'tú' ya no es el "tú" de entonces. Porque una hora antes, parados bajo el farol del SuperQ, no dejabas de ver mis ojos para pedirme después que siguiera viendo los tuyos, y lo hice, sin intimidarme ni parpadear pero sintiendo tanto, como queriendo encontrar a ese amigo que se perdió en algún tiempo y espacio desconocido entre el invierno y hoy, ese al que he extrañado cada uno de esos días.

Al no tener ni idea de a dónde dirigirme, me orillo en el estacionamiento. Sí, precisamente ese que fue nuestro spot sede de helados, sombra, almohadas, escondites y planes sin rumbo. La ironía de la vida es un re-maldito chiste (in)oportuno -me repito-, y la radio que no para de sonar. "🎶 ...fuiste amiga de mis enemigos, todos ellos antiguos amigos, ya sé que no se puede evitar..." 🎶 ¿Enemigos? No, jamás he considerado enemigo a nadie, nunca me he considerado tan importante como para que alguien me dedique su energía en enemistad. Sin embargo, aquí estamos, y ahora entiendo que quienes solían formar parte de mi vida por compartir lazos de sangre, por algún motivo que no comprendo han decidido dar un giro de 180° a su relación conmigo, llenándote la cabeza de mentiras que por tu cercanía a ellos has decidido adoptar como verdad, clara falacia ad verecundiam. Así, sin darme un derecho de réplica, en total falacia ad ignorantiam, como si ni siquiera mereciera un voto de confianza, como si nunca te hubiera contado mis historias, como si nada de lo compartido hubiera valido algo y poniendo así en duda si es que algo de lo vivido ahora puedo considerarlo como real, pues nunca te dí motivos de duda pero ahora solo puedo preguntarme... ¿alguna vez confiaste en mí? Miles de hipótesis se arremolinan en mi cabeza, unas aplastando a las otras, y todas aplastándome a mí. En mi lucha por apaciguar mis emociones he debido hacer pausas, respirar, e intentar ponerle nombre a lo que siento. Pero siento mucho. Siento mucho coraje, mucha impotencia, mucha frustración, por un lado es como si me -¿o nos?- hubieran arrancado una posibilidad, como si me hubieran arrebatado algo muy mío, ¡muy nuestro!, un único hilito del que pendía una pequeña esperanza, y me carcome la cabeza y me perfora el corazón, confirmando a Sabina al afirmar que no hay nostalgia peor que añorar lo que nunca jamás sucedió. Toda boba pensando que tal vez hubiera habido un tal vez... o quizás no, pero no hubo espacio a esa oportunidad de descubrirlo. Aunque veo que quien tomo la decisión también fuiste tú. Y tus motivos tendrías. Y entonces, si tu versión es cierta, igual siento aún más decepción, porque no me enoja que mientan sobre mí - en realidad me interesa poco-, lo que me enoja es que tú lo creyeras. Jamás me ha interesado lo que se diga de mi persona, pero me afecta cuando repercute en la gente que me importa, y tú me importabas, me sigues importando. La maldad no me asombra cuando viene de quien claramente no siente aprecio por mí, lo triste de una traición es que jamás viene de tus 'enemigos'. La decepción solo puede provenir de alguien en quien sí confías (y es mi culpa por crear expectativas ilusorias fundamentadas en... ¡todo lo vivido juntos durante esos meses de compañía! ¿Tan equivocada, estúpid* y ciega estaba?). Lo más cruel de las personas hipócritas y poderosas es que te hacen pensar que puedes confiar en ellos, para después tocar exactamente esos puntos débiles que ellos saben que te hacen vulnerable, y sabiendo perfectamente que tú eras mi punto débil, maquiavélicamente te utilizaron para que tú mismo destruyeras lo que fuera que existiera entre nosotros, bajo falacias ad nauseam que te permitiste asumir. No se acabó mi "rol", sino que anularon mi persona por completo, ellos y tú, y pudiste seguir perfectamente ante eso. "¡Caraj*, ¿sabes?!" Yo ya no sé en qué creer.

En un intento por despertarte, sutilmente te llamo por tu nombre para pedir que me dirijas. Yo, cero prisa, pero sabía que en algunas horas el de las prisas por llegar a tiempo a trabajar serías tú. "Necesitas descansar" -me apresuro a decirte-, "por ello quisiera dejarte con bien en tu casa". "Aquí me quedo", me respondes cortante y algo adormilado, y yo respeto el que al parecer no quieras que sepa en dónde vives ahora. Con mi mano izquierda, que es la que me ha permitido operar al volante, quito el freno, pero vuelves a cerrar los ojos, y mientras sujetas suavemente mi mano derecha que sigue deteniendo tu frente, paradójicamente me indicas: "...hey, chica multitask, es en la siguiente calle"...

Quito las intermitentes y avanzo lentamente para intentar llegar a la ubicación cuya exactitud ignoro. "🎶 ...¡fuiste mucho y fuiste muy poco! Así son las historias de locos, son cortas y anchas con forma de corazón..." 🎶. Volteo a verte y agradezco que estés dormido para que pueda perderme en mi 'nebulosa' de cuestionamientos: "fuiste". ¿Qué fuiste? ¿Qué fuimos? Es más, ¿fuimos? ¿Existió un "nosotros"? ¿Y por qué me lo pregunto si bien sé que en su momento eras tanto? Todos se lo preguntaban, quizás también se lo contestaban, pero tú y yo jamás lo hicimos. No éramos "nada", pero éramos de todo. "Sin etiquetas", aunque cumpliendo "roles" según el horario y el lugar. Pero siempre siendo tú, y siempre siendo yo. Era por demás. Ahora es lo de menos, porque ni siquiera entiendo en qué tiempo conjugar lo que éramos, lo que fuimos, lo que somos, lo que podríamos haber sido, lo que llegamos a ser, lo que ya jamás seremos, lo que -aún sin ser- serás para siempre. Con forma de cerebro más que de otro órgano en sentido figurado. Con muchos colores en mi libreta, con muchas letras, con forma de paletitas, de literatura, de esquites, de jazz, de psicoanálisis, de filosofía. Pero sí, fuimos, contra todo pronóstico, fuimos algo corto, pero ancho, breve y efímero como siempre asumimos, pero profundo. Y si mis nociones estaban equivocadas, tampoco es que alguna vez me corrigieras sobre esto.

Llego al cruce de la vialidad donde solo hay un sentido. Dudo. Algo de mi lógica me dice que de frente hay más comercios que casas, así que intuyo tomar hacia atrás. La calle vacía me permite maniobrar en mi muy chafita reversa, y logro encontrar un lugar donde la señalización permite estacionarse. Entonces, despiertas, y en un sobresalto como molesto me preguntas cómo supe en dónde era. No, no lo supe, y esa es la verdad, coincidí en ese espacio, si acaso pues solo le atiné (la ironía de la vida es un recontramaldito chiste (in)oportuno -me sigo repitiendo-), y reaccionas escéptico ante ello. Casi tan escéptico como yo que dudo hasta de si realmente vives ahí. Te recuestas sobre mis piernas, y yo apago el auto, todo tal como solía suceder. Entonces hablamos un buen rato. Reímos. Revivimos fragmentos. Oíste mi catársis. Escuché tus pretextos y sus lamentables fundamentos. Reconstruimos las versiones intentando cuadrar nuestras respectivas nociones sobre qué ha sucedido. Nos asombramos por lo que no alcanzamos a justificar. Intercambiamos información -mas nunca ya nada personal, como recuperar nuestros números ni actualizar nuestros domicilios... bueno, yo sí lo hice, porque nada qué ocultar-. Notoriamente presentí la sutil evasión, evitando a toda costa el reconectar. Pero en total contradicción, sonriendo hablaste de "mis manos frías en tu panza", de la "ausencia de garzas", de que al trapear "realmente no estás tan solo". Yo, que cada vez entiendo menos, solo sé que la demostración más grande de cariño es la permanencia, pues quien realmente te quiere nunca te abandona, y así, a pesar de todo, te reiteré que siempre estaré aquí, y que siempre me alegrará el simple hecho de que existas, aunque no te pueda ver. Nos despedimos, como si equis, como si casual, como si nada especial, como si esto se encontrara diario, como si lo que construimos no ocurriera una sola vez en la vida. Así lo dejamos. Qué desperdicio dejar perder así los momentos que no se repetirán jamás, pero bueno, también qué estrés tener dos horas para dormir antes de entrar al trabajo.

🎶 "Fuiste un trozo de hielo en la escarcha... que no llegó a abril." 🎶 No, ni a abril, ni a marzo, ni siquiera a enero, porque desde ese mismísimo diciembre decidiste que 8-6. Y ya. Unilateralmente. Sin más nada. Y se vale. Y lo respeté. ¿Por qué? Nunca supe. Pero tuve que aprender a vivir con ello también. Aunque crea firme e inútilmente que nuestro libro merecía un mejor cierre que eso, y que esto ahora lo vuelve tan confuso, tan vano... tan irremediable y existencialista como Sartre sentenciando que somos lo que hicimos con lo que hicieron con nosotros. ¿Qué hicieron contigo? ¿Qué hiciste conmigo? No sé, no sé nada. Como decía esa canción que siempre cantabas -y que ahora cobra sentido porque la ironía de la vida sí que es un maldito chiste (in)oportuno-, "no sé quién de los dos será...". No tengo en qué creer. Ni siquiera tengo ganas de hacerlo. Haya sido como sea, hoy solo me queda reconstruir lo que soy a partir de ti. Sabiendo lo que ahora sé, después de observar lo que me dejaste ver, pasando la página como bien lo hiciste tú. Solo eso, y seguir tarareando alguna canción... 🎶 Sayonara 🎶...


Pd. Btw, la melodía que fue soundtrack de la anécdota no esta(ba) precisamente en mi top. Pero como dato cultural, fue escrita por el talentosísimo José María Cano, tremendo productor y compositor español que, como simple referencia ochentera, ahí nada más conformó a Mecano junto con su hermano Nacho. Asumo, pues, que en sus letras entiende bien de estos irónicos asuntos. O al menos mucho mejor de lo que yo lo hago.

*Now playing: "Cuando fuimos nada" - Mi sobrino Memo

domingo, 28 de mayo de 2023

"Ahí, pa' mayo..."

"No toda distancia es ausencia, ni todo silencio es olvido".
M. Sarmiento

"¡Lo cumplimos!", te digo al percatarme de la fecha. Tú estallas en risas conmigo mientras suelto el volante de mi auto y volteo hacia el asiento de copiloto en donde tantas otras veces habías estado antes. "Wow, lo cumplimos", repites asombrado, y es como si el sentimiento compartido no se hubiera ido nunca. Me regresas la mirada y reacciono como un huracán contenido e inevitablemente desbordado. Absorta en la sincronía del momento. Después de ello, tomas mi mano, vuelvo a sentir mis deditos entrelazados con los tuyos y, bueno, no lo sabes pero vuelvo a quedar desarmada.

Me miras, te miro. Escucho tu voz y me parece tan irreal que estamos aquí.
Sin saberlo, sin planearlo, sin imaginarlo siquiera. Lo cumplimos.

El rush de adrenalina, el subidón de la emoción, el remolino de recuerdos. Todo está ahí, como un déjà vu que nunca dejó de latir, cuando menos para mí, por más intentos que he hecho por sepultarlo.
Hoy fue noche de fiesta, y tú asumiéndome como esa chica brillante que interpreta tus mensajes a medias.
El reloj que no detiene su curso, y yo queriendo ser más franca que cursi.

Porque las cosas no se dicen, se hacen, y jamás me arrepentiré de expresar -y demostrar- lo que siento, porque la vida es muy breve para ser tibios, por congruencia, porque ser honesta me da paz. Porque el que quiere estar, está, más allá de un "aquí estoy". Porque si me borras tan fácilmente de tu vida, me da absolutamente igual que no me tengas en un móvil. Porque cuando hay dudas, no hay dudas, y dices que en su momento dudaste en contactarme. Jamás lo entenderé pero también jamás pedí ni necesité explicaciones ni mucho menos excusas. Ni antes ni ahora. Tú pidiendo que "te odie" (?) y yo esperando que me olvides como todos los demás. Porque como me enseñó Adri: "todos vamos a ser los malos en una historia mal contada". Porque jamás he mentido, porque sé quién soy y pensaba que quizás tú también lo sabrías, aunque veo que lo que nunca supe era qué "rol" jugaba para ti. Pero yo creía en ti, así como ahora más que nunca creo en el aforismo de Heráclito afirmando que -evidentemente- nadie puede bañarse dos veces en el mismo río. Y sí, "soy muy valiente" porque es lo que hay. Escúchalos, eres bueno haciéndolo, y es más, cree en lo que decidas creer. Señales, intuición, coincidencias, casualidades, rumores, sus palabras, o mis ojos.
Ya qué más da. Porque igual yo elijo pensar que éramos mejor que eso.

Puede ser que no signifique nada. Puede ser que nunca más vuelva a pasar.
Pero nada cambiará el que esta historia haya sido una serendipia, incluso hasta el habernos encontrado hoy.


*Now playing: "...porque ¿sabes? y si no lo sabes, no importa... hoy ten miedo de mayo..." 🎶

miércoles, 3 de mayo de 2023

Olvídame tú -si no lo has hecho ya-

"A woman's heart is a deep ocean of secrets"
Rose Dewitt Bukater

Hoy en una conversación random salió su nombre.
Lo había estado evitando. He guardado esa historia exclusivamente para mí.
Pero hoy alguien mencionó su nombre. Inesperadamente. En mi oficina. De lo más casual. De lo más equis.
Su nombre y una anécdota chiquita.

Mis ojos -según me dijo- "brillaron" al escucharla.
Qué oso, siempre tan ridícula. Aunque no me disculpo, ni busco justificarme.

Porque él me tocó el alma antes que la piel.
Y díganme, ¿cómo se olvidan de eso?


*Now playing: "Someday we'll know" - New Radicals.

domingo, 11 de diciembre de 2022

Noches frías

"It's the season to be jolly, fa lala lala lala la la..." 🎶
"Deck the Halls", villancico popular.


Amo la Navidad, con locura.
Cada año la espero con ansias, de hecho en esta ocasión tenía planes e ideas para compartir. Estaba contando los días para repartir chispitas de un extra espíritu buenaondita. Pero Lennon tenía razón al decir que la vida es todo aquello que te pasa mientras vas por ahí haciendo planes. Y Diciembre llegó abruptamente para mí. Debería estar acostumbrada.

Las lucecitas en las calles, la emoción por lo que traerá un nuevo año, la calidez de una familia cariñosa, el poder dar regalos -materiales o no- para hacer felices a todos, los besos y abrazos, la música, el decorar nuestros espacios, las reuniones con la gente que te quiere, los brindis y buenos deseos, la preparación de un menú en compañía, el espíritu nostálgico, las sonrisas...

Ya no sé qué pensar acerca de "la magia" de la Navidad. Pero creo en el poder de los deseos. Y añoraría que aquellos a quienes hoy nos hace falta todo eso, tuviésemos algo más que un abrigo bonito para no sentir cómo cala la soledad.

Debería existir una ley que prohibiera tener el corazón roto en estas fechas.


*Now playing: "Diciembre" - Tini

sábado, 3 de diciembre de 2022

Reflexión en una noche estrellada y reluciente

"Y que tu espíritu se eleve en medio de este gran espectáculo universal."
O. Montiel

Here I go again. No me gusta usar la palabra "duelo", pero ahora me corresponde nuevamente vivir un proceso de adaptación emocional debido a una especie de pérdida. En ocasiones, se requiere toda nuestra energía para canalizar de forma prudente aquello que nos causa una pena. Sin embargo, esta vez es complejo, porque sé que me enfrento a una pérdida doble, y tengo prefectamente claro cuál de ambas me duele más.

El asombro de descubrirnos entre comentarios random que nos llevaron de Habermas a Foucault, las lecciones sobre mojitos y tés helados, mi separador hecho a mano, las porritas y el ánimo, su comprensión, su empatía y su paciencia, una mañana de sábado de debate cultural y la sorpresiva casualidad de un encuentro inesperado, los análisis socioculturales, una cata de mezcal que se prolongó por horas entre miradas curiosas ("¿estás incómoda?" "¡no!") hasta el cierre, un mensaje que se quedó en un universo paralelo, las conversaciones filosóficas y las anécdotas sobre historias de nuestro ayer, mis manos frías y el préstamo de "su panza" para calentarlas, la química, las repentinas preguntas curiosas, las paletitas escondidas entre los billetes -que derivaron en un simpático apodo temporal-, la Armanda y el pequeño Harry de Hesse, un fanzine bimestral -y Totopo, el xoloitzcuintle-, la cuestión sobre "ser servicial o diligente", su pregunta acerca de si aceptaría un día ir a su ciudad -"así de compas"-, las notitas en mi libreta de Kitty, o dentro de un libro -con la instrucción de "abrir aquí"-, o que sutil y secretamente me pasaba entrelazando nuestras manos por debajo de la barra, el foamy protector para una esquina puntiaguda, Dostoyevski, Sartre, Fromm, Lewin, Jung, Freud, Gorbachov, Manuel Medrano, mi sueño como un inimaginable presagio, mi chonguito y los leones y las gacelas, el acento español y las cucharitas bebés como testigas de nuestros chistes locales, el análisis grafológico de mi firma, Timothy y el ataque de los nazis, la definición de la palabra 'disidente', esa primera invitación por un Clamato, el posterior mini tour al mural de la calle 2 de Abril y la puesta de sol en el mirador, el perfume con aroma a Capitan Morgan, su interés y opiniones al leer mi tesis, la búsqueda de la mejor pomada para sanar quemaduras, una bici ya no tan necesaria, unos mocos invisibles, un lémur para la lluvia, su risa, DLD y una canción que según yo no es tan popular sonando en el auto mientras cantábamos a todo volumen con rumbo a las marquesitas bajo las lucecillas que alumbraban la noche, su perfil tan perfecto y tan concentrado mientras le veía leer los periódicos por la mañana, el atole de chocolate con el que en los días fríos más que a mis manos le regalaba calor a mí espíritu, esa flor desconocida a la que bautizamos como "la cadenita de Carmen", los sinónimos para responder el crucigrama de alguna revista, la promesa de su futuro en Florencia, la alocada intención de ir al concierto de Arjona, su abracito cada mañana acompañado de un "buenos días", las risillas y comentarios de las chefs en la cocina, su café matutino al ritmo del jazz y sus muy personales y significativas anécdotas compartidas al respecto, los nueve círculos del infierno de Dante, el garrafón que siempre quería ayudarme a cargar sabiendo que yo podía hacerlo, su armónica voz cantando mientras finalizábamos nuestras labores, su vestimenta clásica y su porte, su risa, las mil y un tardes de pláticas acompañadas de perlitas sabor moka o piña colada, un regalo sorpresa para celebrar su "no cumpleaños" 50 días después brindando con una Gringa, su carcajada al descubrir una descripción en mi viejo Blackberry, del cual yo amaba que supiera la contraseña -como amaba que todos supieran cuál era su lugar en mi auto o más aún, darle a ciegas mis llaves para conducirlo-, el intercambio de películas plagadas de mini post-it's, su amplio vocabulario y su caballerosidad al abrirme la puerta o cambiarse de lugar por las banquetas, el manejar sin rumbo por la carretera, su risa, un KitKat derretido, las imágenes campiranas en sus narraciones sobre su lugar de origen, la conexión en el silencio al escuchar mi canción favorita una tarde estacionados en medio de la nada, las raíces entrelazadas de los árboles en aquel parque a punto de cerrar al caer la tarde -mientras planeábamos volver a él en primavera para catar queso y vino en la Feria-, el playlist de regreso -que más que música sonaba a sugerencia, el tic reflejado en su mandíbula al apretar los dientes mientras escucha en silencio, un par de nieves en cono de la Michoacana y la divertida ocurrencia de la almohada azul que aún habita en nuestro bunker -para el que solo nos bastaban las horas de una tarde entera en el estacionamiento de algún supermercado como escondite, a la vista de cualquiera y a la vez como refugio entre toda la gente que pasaba alrededor sin percatarse-, mi primo sugiriéndole que "me quitara lo fresa", una papita extranjera sabor pollo, un amor incomprendido plasmado en un encendedor blanco, su risa, su consideración manifiesta en una exclusiva hamburguesa portobello, sus deliciosos platillos cada lunes y su atención a mi riguroso desayuno cada día, la coincidencia descrita por Macaco, la no planeada instauración oficial de "nuestros viernes" -bautizados así por él-, el sol que le gusta cuando no está, su risa, un capuccino y una bebida sabor "aromatizante Glade campos de lavanda" en una pequeña cafetería bajo un atardecer lluvioso, mi look de muñeca mexicana y él compartiendo el escenario del karaoke antes de nuestro baile durante esa patriótica tarde de drinks en un mesón, un par de esquites y el sol reflejado en mis ojos al atardecer en las bancas del parque sin garzas pero con viejitos bailando danzón, su guitarra, sus letras y su voz desarmándome por completo, una canción que no era tan de mi gusto hasta que la escuché en su voz y nunca más la pude volver a escuchar igual, su manera de escuchar lo que a nadie más le había contado, aquel primer mensaje el día en que la Tierra tembló, su risa, los audios con sus canciones -esas que no he podido ni querido parar de escuchar-, su pregunta sobre "conciencia y moral", la historia de un antecedente narrada sin pedirlo, su desvelada por la reunión a la que no fui aquella lluviosa noche de martes, y el análisis de nuestros animales favoritos la tarde en el jardín junto al río, un poema de María Elena Walsh, lo que yo sabía y escuché por otros y la chela que rechacé al terminar nuestro horario -prefiriendo una solitaria caminata-, el nudito con el crujir de mi estómago al confirmar la realidad después de una confesión no solicitada sobre algo "que no significó nada" -y el escrito compartido que surgió como incómoda catársis en su cuaderno-, Los Claxons sonando de fondo, Adela y sus consejos indiscretos al mencionarme "lo que tiene con su vecina" para "recomendarme mejor a Bob", Don Gilo y sus palabras tan llenas de verdad -una verdad cruda a la que no sé porqué no le di importancia aunque debí-, yo como fan de una entrevista radiofónica, una margarita apresurados en alguna terraza mientras por culpa de Nietzche le abría la puerta hacia algunas de mis letras, una segunda visita a aquel mesón con unos cuantos drinks de más y un par de frustrados oficiales deseosos de comprobar una supuesta falta a la moral, su risa, las obleas de nata, la dona de chocolate y el ojo de buey, sus pasos de baile, el aniversario y el juego de 'verdad o reto' -que para nosotros ya no era tan "reto"-, mi copiloto y el SuperQ luego de la casa de Rosy, el señor Medina y una llanta ponchada, la plática en francés con el canadiense de la 22, los alemanes de la 53 y los holandeses de la 55, la banquita enfrente del teacher, la dieta de los patos ("disculpe, tiene un momento para hablarle de..."), el tono de Mario Bros en momentos de suspenso, los ocasionales, discretos e inesperados microbesitos express en mi mejilla mientras me encontraba de espaldas sumergida en Facturalandia, su risa, el encargo de una misión en la tienda departamental para hacer sonreír a Adri, una bebida en Krispy Cream que jamás había probado, sus ojos y su lunar "en el exacto sitio donde tengo el mío", su sorpresiva pregunta sobre si iría con él a una carne asada en casa de su primo, su simpático "oh, pues" y lo "interesante" que le parece casi todo, su apoyo y esmero en ayudarme a montar la reservación por el cumpleaños de mi madre -y las bromas de Ale sobre la mesa que le asignará en su boda-, las noches de música y drinks riendo y divirtiéndonos con todos para terminar bailando como si no existiera nadie alrededor, su mano en mi pierna adormecida, la casa del Rolis y el compita afirmando que "somos un 24", su cara adormilada y su beso en mi frente, la gran banda sonora de GTA, el nulo remordimiento por desaparecer de nuestras responsabilidades escolares para ir juntos a almorzar con look de rockstars tras una épica noche, el escucharlo decir "nosotros" al tomar mis dedos sobre la mesa, su playera azul y un cepillo de dientes nuevo color verde -como la vida, como la esperanza, ese que ya es mío, que me sugirió dejar ahí "por cualquier cosa" y que según dijo que aún conserva-,las charlas de política, nuestras voces al unísono con Jarabe de Palo en el coche, la impresionante nebulosa de sus pensamientos, las orejitas de mi Halloween outfit, su risa, el amor a su lavadora y un excelente pretexto, los cuentos de García Márquez que me leía esa noche luego de estar juntos oyendo a Calle 13, la declamación de "poesía" urbana con el silogismo de Bad Bunny, los futbolistas "catarinos" [sic], las traducciones al "hungrío" [sic] y los dichos "muy bien dichos" que tanta risa nos daban, los esquites en las escaleras de Bellas Artes, unos pasos de ballet después del sushi, Zoé en vivo y él en mi memoria, las hipótesis, la cómica serenata con un par de alegres cómplices afuera de su reja hasta llegar a él, y con ayuda de sus vecinos descaradamente interrumpir su sueño (tal vez ellos lo sabían aunque quizás él no: sin él esa noche yo no hubiese ido a ninguna parte porque yo solo nado contigo), los tacos de madrugada, un artículo de Greenpeace y algunas oraciones condicionales escritas con una lluvia de plumones de colores, unas apresuradas papitas fritas acompañadas de una jarra de naranjada y la luminiscencia de Holbox, una cita sin plan pero con un abrazo cual si no nos hubiésemos visto en años, la portada del primer álbum de Jumbo y un kilo de palomitas -más dulces que saladas- regadas por todo el coche, su risa, su emoción por la boda de su hermana, todas las pinky promises cumplidas y pendientes por cumplir, los planes sobre Mafalda en un museo de CDMX, sobre cerveza artesanal, sobre la compra de insumos para la pasta y el vino, sobre un 2x1 en malteadas, sobre unas alitas en la ciudad vecina, sobre karaoke, sobre una tarde de pelis, las ocurrencias sobre una alberquita o un jacuzzi ("algo bonito"), sus increíbles ojos y su enorme sensibilidad, Janis Joplin a media luz, mis accesorios descuidadamente olvidados una y otra vez bajo su almohada con la total certeza de que habrían de volver a mí, la sobredosis de Skittles aciditos y sus simpáticas ideas hipocondríacas, su comanda en la guantera, la repentina y fascinante búsqueda de títulos en un puesto de libros en rebaja, su mirada reflexiva y meditabunda mientras veía en silencio a la nada, el estudio de la lírica de los panzones sombrerudos, el "aprovechar las oportunidades", su franqueza al afirmar que no suele ser honesto, mi teoría sobre el Martes del Mal, una cocada y unos huevitos de chocolate, ¿ya mencioné su risa?, los griegos y las constelaciones, sus fuertes brazos sujetándome para elevarme del piso (real y metafóricamente) mientras girábamos en un abrazo, los sillones relajantes que más que relax nos dieron risa, unos nachos y un par de cafés en una tarde lluviosa, el playlist de su celular con la que sin saber sería una canción de letras precisas en el momento preciso para susurrarle frente a frente, una peli en una función que por el horario no vimos, su interés en las historias de mis días como publicista, su mano sujetando la mía afuera de su casa después de una fantástica cena con boneless, nunca se lo diría pero mientras entrelazaba nuestros dedos lo que tejía era una trencita de emociones en mi corazón como hace mucho no vivía, como quizás con nadie había sentido hasta ahora. Una frase que mencionó dos veces y que no alcancé a escuchar bien mientras sostenía su mirada en la mía en el clímax del momento. La felicidad que hubiese sentido si lo que alcancé a entender fuera lo que creo que escuché. Lo que le hubiera respondido. El Mundial. Los "roles". Ortega y Gasset. La complicidad. Todo lo que nos dijimos. Todo lo que no. Todo lo que pudo ser y no fue, por ser la vida como es. Esos pasitos de salsa con los que bailando juntos inauguramos la fría mañana en que nos saludamos el día en el que, después de todo y de tanto, ya no hubo ni siquiera una despedida.

Sus muy esporádicos -aunque mágicamente oportunos- mensajes con palabras que son poesía en mí. Esas palabras que llegan justo cuando no me acompaña nadie más que una lagrimita de nostalgia bajo el cielo y las estrellas que -en efecto- observo sentada desde mi balcón, esas estrellas que menciona como si él supiera lo que estoy haciendo, con esa conexión universal de la que no hablamos mucho pero que está ahí, porque sí, porque hay cosas que no son fáciles de hallar y que inexplicablemente llegan para ocurrirte una vez en la vida, que no vuelven a suceder jamás, y que cada quien decide si dejar ir o no.

Siempre hubo una lista enorme de razones por las que no... aunque siempre las ignoré. Ahora tengo otra lista enorme de razones por las que quisiera presionar Bop It para continuar. Pero al parecer tal vez lo mejor para todos sea que me vaya así, deseando ser olvidada y sin dejar huella para ser fácil de borrar, aunque eternamente agradecida por el hecho de saber que existe, que es real, y que por un momento, existió junto a mí.

He salido de un lugar donde todo el mundo quiere más... mientras yo solo quería un amigo como él.

lunes, 19 de septiembre de 2022

Temblor

¿Y si esta noche te escribiera una carta?
Así, sin pretensiones, solo por el hecho de que es tanto lo que albergo en mi corazón que en este mismo instante bien podría reventar, y cada pedacito se volvería un confetti de emociones multicolor, las cuales indudablemente han sido provocadas mayormente por ti.

Si esa explosión sucediera, estoy segura de que igual cada pedacito te diría lo que engloba mi alma completa, que es que ya te quiero, con un cariño muy bonito, y mucho más real de lo que los estándares absurdos indican si nos regimos por tiempos, circunstancias, y otros inventos que limitan la libertad del espíritu, pero que también nos permiten regir nuestros impulsos, controlar los instintos, mediar los sentimientos (como si los sentimientos fueran mesurables bajo códigos cuantitativos); pero son tantas las interrogantes en mi cabeza, que por supuesto es quien me da la única noción de cordura entendiendo lecciones después de tantas batallas perdidas, pero que me dicta que la ilusión son sueños sin terminar y a la vez son preguntas sin contestar.

Las dudas aparecen como una constante gotita de agua sobre la misma superficie hasta lograr perforarla, y así mi mente revolucionada ante tanta eventualidad bonita solo piensa para confundirme más, o más bien para pedirme, suplicarme, que me detenga, que ya no siga con esto porque puede tener consecuencias tristes, es como si esta película ya la hubiera visto, y a la vez no, porque el protagonista ahora es demasiado fantástico y demasiado humano, demasiado sublime y demasiado decidido, demasiado real e irreal a la vez...

Las dudas no surgen únicamente bajo el limitante del ¿y si...?, sino que me llevan a un contundente ¿cómo?, y un lapidario ¿por qué?. Inevitablemente vuelvo a aquella autobiografía en la que cada vez estoy más convencida de que todo en mí es un mundo perfecto pero en un espacio y tiempo terrible y totalmente equivocados. Me lamento y me duele tanto encontrar algo añorable, algo amable (en todo sentido, no solo de amabilidad sino del potencial que tiene para ser amado en su totalidad), sentir que por fin hay un refugio en un mundo vil, amargado, frívolo, complejo, superficial y egoísta, sentir que cada risa me hace latir el corazón, que cada acto noble y valiente es cuestionar si acaso hay algo que no haga bien, que es tan sorprendente la forma en que apareció en un aquí y ahora tan preciso, y aceptar la paradójica realidad de comprender todo lo que podríamos ser tú y yo... si tan solo no fuéramos tú y yo.

¿Cómo explicarte lo mucho que te quiero en mi vida? ASí nada más, sin intensidades preocupantes, solamente por el privilegio de contar con alguien tan único, con su plática, su inteligencia, su nobleza, su alegría, sus ocurrencias, su mirada tan honesta... ¿Cómo hacerte entender cuánto te había estado necesitando? ¿Con qué palabras expresar el sentimiento de alegría que devolviste en un momento demasiado obscuro en mí? Asombro, aprendizaje, pensamientos, chistes, canciones, alimento (físico y espiritual), cada detalle, cada letra, cada minuto, el valor de ser quienes somos como si nada más fuera relevante, como aventándonos a un acantilado visiblemente peligroso pero pretendiendo encontrar señales de que la estrepitosa caída no dejará lesiones...Oye, ¿y qué tal si estuviera exagerando? ¿Qué tal si mi sonrisa nubla los hechos y me impide ver lo que simplemente no está tan adornado?

¿Por qué? Una vez más la vida me enseña que sí, que sí existe lo que anhelo con cada suspiro de mi espíritu, pero que yo no soy lo adecuado para ello. Llego tarde, llego tarde como siempre, y bajo mis ilusorios pensamientos sobre la ausencia de temor, el equivocarme (como lo hacen ¡los mismísimos dioses griegos!) me hace coincidir como un planeta que chocara contra otro, donde mi optimismo me hace pensar que de esa caótica colisión también es posible obtener estrellas... ¿Acaso podré un día dejar de decorar mi realidad con poesía que suavice lo duro de afrontar que tengo justo frente a mí lo que tanto he deseado y que dolorosamente sé que no podré tener?

Pero el afecto es así, como dos líneas paralelas destinadas a estar distantemente juntas hasta el infinito, pero sin tocarse jamás.
Hoy solo sé que tembló en mi país, mismo temblor que se sintió hasta el último sentimiento que habita en mí, y esta noche dormiré arrullada por mi nueva canción favorita, esa que no encontraré mañana en ninguna playlist de Spotify, pero que se ha quedado para siempre sonando en mi alma y dibujada en mi cuaderno.

viernes, 16 de septiembre de 2022

Tardes en Mi Menor

La conmemoración de la Independencia.
La fortuna de encontrarte con alguien que cumple su palabra, porque realmente sientes que quiere cumplirla, por más simbólico que pareciera el trato pactado.
Una invitación imposible de rechazar, porque quizás la habías estado esperando desde siempre.
Un plan de no hacer nada e ir sin rumbo. Momentos que se congelan como si realmente no hubiera absolutamente nadie a nuestro alrededor.
Una melódica voz llena de espíritu y de esa alegría que ya no se encuentra; unos repentinos y asombrosos pasos de baile en una pista que no quieres que terminen jamás para seguir levitando en esas risas tan puras e indescriptibles.
Un parque sin garzas. Una profunda serie de confesiones sobre nuestras historias pasadas. El probable psicoanálisis de personalidad y a la vez la introspección de solo escuchar con el corazón.
Dedo uno, cuerda dos, y una guitarra para las letras de una canción bellísima, que te llega a lo más profundo de una tímida lagrimita emocionada.

Una anécdota revelada de algo que pudo ser y no fue. La penita ante lo hecho a pesar del nulo arrepentimiento, y la tranquilidad de una mirada serena e incrédula, que te hace pensar que tal vez no hubiera sido tan grave el factor sorpresa.

La noche que cae, el tiempo que nos limita, los días llenos de eso que aún no comprendo porqué me hace tan feliz, pero que evidentemente quiero seguir retribuyendo. Las incógnitas. La inspiración que ha vuelto después de años de haberla perdido. Lass ganas de compartir.
La calidez de un alma buena.

El presente.

El eterno agradecimiento por vivir algo que, pase lo que pase, jamás en lo que me reste de vida podré olvidar, porque ni siquiera pretendo hacerlo.

lunes, 12 de septiembre de 2022

Con la fuerza de un submarino

"Corramos juntos, vámonos de aquí... a donde tú quieras..."
M. Medrano

¿Ubican cuando hace mucho frío y de repente te detienes para pararte en donde ilumina un repentino rayito de sol? Bueno, pues hay personas que se sienten justamente así, cálidos y apacibles como ese rayito de sol.

Por muy godín que esto suene, el viernes siempre había sido mi día favorito de la semana. Ahora lo es aún más, y por razones muy diferentes a cualquier motivo laboral. Mis últimos viernes han sido una brisa fresca de libertad con sabor a filosofía, a lo inesperado, a calma en un torbellino de confusos escenarios, a volver a ser niña, a moka y a atardeceres que -aunque sea por un instante- me han permitido escapar de este planeta como deteniendo todo aquello que me ha tenido bajo presión, tardes que saben a ganas de poner sonrisas donde hay heridas, a serenidad y consuelo, a esperanza y agradecimiento.

No sé, no sé muchas cosas, aunque es casi como si las presintiera, pero por ahora, irremediable e irresponsablemente, no las quiero saber.
Hoy solo puedo decir que, después de valiosísimos momentos de confesiones compartidas con un alma muy bonita, lo único que sí tengo por seguro es que veo que la gente buena no la ha pasado tan bien. Las personas más solitarias son las más nobles. Las personas más tristes sonríen con el brillo más resplandeciente. Las personas que han sido más dañadas son las más sabias. Pareciera que dan cobijo a otros, comprendiendo cada herida ajena, filtrando con su luz cada grieta a modo de un hermoso trabajo de kintsugi, pareciera que lo hacen porque no quieren ver a nadie más sufrir de la manera en que ellos han sufrido. No puedo concebir algo más noble, más humano, más sublime.

Así, simplemente voy a resumir que gracias a este pequeño gran regalo del destino, las canciones de Manuel Medrano ya no suenan igual que antes, y que jamás volverán a sonar igual que ahora.
Thank God for that.

miércoles, 7 de septiembre de 2022

Autocontrol

A veces desconfío de la existencia de la magia como tal.
Pero sin duda estoy convencida de que los momentos mágicos los crea uno mismo, y si de paso hay cómplices, qué mejor.
Más aún entre inesperados y muy sorprendentes comentarios sobre leones y gacelas que provocan pensamientos no aptos para la matutina hora en la que se mencionan.

martes, 6 de septiembre de 2022

Entre cumbias y hot cakes

“Lo que más odiaba era todo lo mediocre, normal y corriente.”
El Lobo Estepario, Hermann Hesse

Agosto terminó y sigo procesándolo.
El año avanza en su segunda mitad deslizándose ante nuestro ojos, el tiempo inevitablemente se escurre a gran velocidad y no sé si en realidad simplemente he elegido disfrutar cada gotita para no sentir que me estoy ahogando en él. Si bien el 2022 comenzó bastante atractivo e incluso fue in crescendo hacia finales de junio (de hecho junio fue un mes épicamente interesante, para bien y para mal); pero en julio abruptamente la realidad me enfrentó de golpe como suele ocurrirme mientras camino entre mis quimeras imaginarias de nubecitas de algodón. Sí, todo se derrumbó cual aquella ochentera canción de Emmanuel, y en julio colapsé como polvorón, sumergida en un río que me sacudió inesperada y estrepitosamente, lo que me llevó a pensar que la vida no fía y era como si ahora debiera pagar los altos costos que el destino me facturó por los momentos de felicidad vividos meses antes.

Anyway, los días siguen su curso, y en el trayecto, decidí (más por flaqueza que por convicción) dejar de nadar contra corriente. A riesgo de ahogarme, sí, y no muy decidida pero dispuesta a mantenerme a flote con la esperanza de llegar a un buen puerto. Por fortuna, en esos giros inesperados que toda historia tiene, aparecen ciertos salvavidas (real, salvadores de vida), que no solo te prestan sus asombrosos colores para seguir pintando tus mañanas al 'agilizar' un montón de sonrisas entre letras de magníficas obras literarias que adquieren nuevas dimensiones, sino que además te dejan pensando en la multiplicidad de improbabilidades, que te hacen pasar más tiempo del que deberías analizando los millones de posibilidades (e imposibilidades) y navegando entre infinitos universos al más puro estilo del Dr. Strange, preguntándote tantas cosas; y es que sí, como también suele sucederme a menudo, cuando creo tener todas las respuestas, me cambian todas las preguntas.

Así que nada, he estado trabajando mucho en mantenerme impasible ante todo lo que se ha ido presentando, autorregulando -por no decir intentando adormecer- mis emociones, más serena que The Edge cantando Numb mientras le pasa de todo, aunque una y otra vez fallo olímpicamente: esto es lo que soy, me maravillo, me entusiasmo, me descubro dando pequeños saltitos al desayunar unos deliciosos, esponjosos y sorpresivos hot cakes al ritmo de unas cumbias; y aun sabiéndome invisible entre la gente a mi alrededor, es en esos momentos cuando todo lo que parece colapsar en mí simplemente se detiene por un instante. No sé qué tan bien esté apagar las preocupaciones con nimiedades así, pero por un segundo esas pequeñas cosas son las que, en efecto, me siguen manteniendo a salvo de derrumbarme. Además, mi filosofía siempre me ha dictado que la ansiedad no es buena consejera ya que solo es muestra de un exceso de futuro siendo que todo lo que tenemos es el presente. Si bien ese presente por ahora es muy incierto (y ante ello no sé si emocionarme o rendirme), sí sé que a diario se me presentan retos que desafían mis capacidades y lecciones que aprendo desde lo más profundo de mi humildad, así como también aparecen motivos que de a poquito me devuelven la fe, y tardes no planeadas para observar atardeceres que se admiran desde un viejo y confidente mirador sabiendo que se quedarán en mí de formas que aún no me siento capaz de describir, manejando con todo cuidado situaciones en las que me siento involucrada sin siquiera entender si acaso lo estoy.

Por hoy, lo único que creo es que a mi entender, hay una clara diferencia entre comportamientos erróneos e incorrectos. Lo erróneo, para mí, es aquello que no es exacto o preciso, mientras que lo incorrecto es tan solo eso que no cumple con los cánones de cierta normativa estipulada por los demás. Mi pregunta eterna es y será ¿quiénes son los demás? Porque yo también soy "los demás" para los demás, y mis normativas tal vez tampoco se ajusten a las de ellos... Y mientras todo eso pasa por mi mente, se arremolinan en ella cualquier cantidad de incógnitas sobre lo que podría pasar en un universo paralelo, en donde yo no llegara tantos años tarde a las citas que el destino burlón me pone en el camino una tarde cualquiera, donde eso que soñé hace un par de noches pudiera hacerse realidad sin taladrar mi mente con argumentos freudianos e ignorando a Jung repitiendo en mis oídos que los sueños traen mensajes desde el inconsciente, haciéndolo suceder solo así, solo porque sí, por el gusto de vivirlo, por el placer de coincidir con el tipo de almas que no me quitan tiempo sino que me regalan vida, que son una bocanada de aire fresco cuando siento que me asfixio, que tienen la magia de dar calma cuando todo parece difícil y que te provocan el deseo de decir que sí a todo y salir corriendo a descubrir lo fantástico de lo simple, que sacan planes sensacionales de la nada y hacen que tu tarde valga la pena tan solo por compartir cuarenta y tres minutos de risas filosofando de todo y de nada, que te hacen olvidar tan solo por un momento todas esas responsabilidades como una Cenicienta que busca congelar el tiempo para escapar de su realidad, como llevándote a otro planeta mientras disfrutas del mejor esquite de la ciudad o una deliciosa explosión de bolitas sabor Oreo, y que te hacen entender que no importa cuánto tiempo tardaron en encontrarse si ahora puedes sentir que ¡por fin! alguien te escucha y es digno de ser escuchado, que alguien te ve y a quien no te cansas de ver, que alguien se ha vuelto, peligrosa e inocentemente a la vez, un adictivo rush de adrenalina al regalarte -así nada más- la dicha que sentías tan lejana, en un mundo donde hay muchos con quien estar pero pocos con quien ser.

Lo agridulce del momento es saber que es invaluable porque tarde o temprano ha de terminar.
Lo volátil del tiempo que nunca alcanza.
Lo frágil y vulnerable que me siento al querer mantener la entereza.
La poca certeza que por primera vez experimento acerca de mi futuro cercano al no tener idea sobre lo que sucederá, pero a la vez la claridad de comprender lo que no ha de suceder.
Sabiendo que tal vez debería detenerme y a la vez preguntándome porqué no quiero hacerlo.
La inspiración que poco a poco ha regresado.
Y mientras todo eso ocurre, volviendo a ubicar mis pies en la tierra, yo no sé cuánto tiempo más permanezca así. Desconozco por cuánto tiempo más me encontraré en la incertidumbre de circunstancias en las que estoy complejamente envuelta, entendiendo que soy yo quien ha decidido seguir siendo la capitana del barquito que me va llevando en este rumbo, tomando las riendas de las oportunidades bajo cierta disonancia cognitiva y una dosis de Ortega y Gasset con aquello de que "yo soy yo y mis circunstancias"...

Excepto cuando se trata de un par de tennis, puesto que en ese caso ellos no me definen a mí, sino que más bien yo los defino a ellos.

jueves, 18 de agosto de 2022

Hay personas

"Lo que hace más importante a tu rosa es el tiempo que tú has pasado con ella.
Los hombres han olvidado esta verdad, pero tú no debes olvidarla.
Eres responsable para siempre de lo que has domesticado...
"
El Principito, Antoine de Saint-Exupéry

Hay personas que aparecen en tu vida y se vuelven tus maestros.
Hay quienes pueden enseñarte las lecciones más duras y las experiencias más amargas de formación y crecimiento mediante la envidia, el enojo, el dolor, la insensatez, bloqueando tu camino y complicando tu existencia para ponerte a prueba, para llevarte al límite.
O por el contrario, hay personas que aparecen para enseñarte con sus actos desde la bondad, desde la humildad, desde la entrega, con alegría, con paciencia, con amor.

Ese es mi tipo de personas. Aquellas que más allá de capacitarte con compromiso y responsabilidad, se vuelven maestros en el arte de la vida, dejando de lado espacios, momentos o lugares, cargos laborales, manuales o instructivos y todos esos pretextos, que más bien se tornan contextos, para dar paso a las situaciones más inesperadas, volviéndolas más maravillosas por permitirte seguir sorprendiéndote cuando ya has perdido la fe en la humanidad.

Hay personas que aparecen de la nada cual regalos que la vida te da como diciendo "ten, sí me he estado pasando de lanza últimamente, así que sonríe un poco porque hay más bichitos raros como tú dispuestos a escuchar tus perspectivas", y sí, hay personas a quienes les bastan dos o tres frases para comprender tus desvarios mentales, que pueden entender de lo que hablas y que te hacen sonreir en momentos donde sientes que todo está colapsando, con una simple palmadita que reconforta la esperanza, con una sencilla porrita de ánimo en un "tú puedes, lo estás haciendo bien".

Hay personas que son sonrisa y que son luz. No hablamos aquí ni de tiempos ni de edades, la conexión del intelecto es cuestión de madurez. Algunos le llaman inteligencia emocional, yo pienso que es pura química y buenaondita. En una semana puedes conectar con gente genial de maneras mucho más profundas e interesantes de lo que podrías hacerlo con personas a quienes llevas conociendo toda una vida. Y es que somos de quien nos cuida. Somos de quien nos ve cuando nos sentimos invisibles. Somos de quien nos abraza en esos días grises cuando las cosas no van del todo bien, y es fantástico que la mayoría de esos abrazos (reales y metafóricos) llegan sin siquiera saber la magnitud de lo que ocasionan, o más bien de lo que reparan. De quien quiera animarse a bailar una cumbia de repente, de ahí somos. Tan mágico como adivinar el número que estás pensando, tan espontáneo como un apapacho para el corazón en forma de paletita sabor cereza. Compartiendo los momentos de pequeños éxitos individuales o logros en conjunto, cubriendo tus espaldas en las novedosas y súbitas dificultades, aprovechando cada instante para volverlo una lección.

Más que casualidades, creo en las causalidades; y si bien puedo limitarme a razonarlo como una mera dosis de endorfina, serotonina, dopamina y oxitocina que llega justo a tiempo, la verdad también es simplemente lindo encontrarse con que hay personas que son seres realmente humanos, que en verdad te salvan en todos los sentidos y de formas inimaginables, entre pláticas y enseñanzas sobre la delicadeza en la preparación de coctelería, canciones de The Beatles, Pixies y Los Bunkers, encontrándonos entre Habermas, Foucault, Beauvoir, el absurdo de Camus, historias de colombianas, el shalalalala lalala de Mr. Jones, y cucharas chiquitas bebés con jugos mixtos de zanahoria y naranja.

Siempre he dicho que el activo más valioso que tenemos es el tiempo. Por eso, cuando alguien nos brinda aunque sea un segundo de su tiempo, debemos valorarlo puesto que nos está regalando algo que prácticamente jamás podrá recuperar. Así que cuando tengamos enfrente a esas personas que se vuelven nuestros maestros, porque sí, hay personas que lo son sin siquiera notarlo, solo queda sentirnos profunda y sinceramente agradecidos con ellos y con la vida misma, pues si bien -citando una muy oportuna frase de Da Vinci- "una obra de arte nunca se termina, solo se abandona", el legado que nos dejan queda tejido para siempre en lo que somos a partir de ellos.
Tan efímero y perenne a la vez, así de mágico, así de real.

lunes, 1 de agosto de 2022

Sobre el sinsentido de vivir

"Aquel que tiene algo por qué vivir es capaz de enfrentar todos los cómos".
Friedrich Nietzsche

Preguntarnos por el sentido de la vida ha sido una constante desde que el mundo es mundo.
Llegando a un punto de quiebre, hoy dudo si vale la pena siquiera hacer esa pregunta para aceptar la respuesta que siempre hemos pretendido evitar: tal vez la vida no tenga un sentido.

¿Por dónde comenzar la búsqueda? ¿Cómo encontrar sentido en un mundo vacío, desastrozo, ilógico e inexplicablemente absurdo?

Nietzsche lo tenía claro: lo que sucede en el mundo es en gran parte resultado del azar. Encima de ello, existe algo que vuelve inútil a nuestra razón: el sufrimiento. Hemos hecho de este un grotesco y cínico lugar plagado de injusticias y crueldad inexplicable. Cuando sufrimos, la existencia se vuelve intolerable, y nos vemos inmersos en la afanosa necesidad de encontrar algún modo de justificar nuestra existencia en este mundo.

En un sistema donde los valores cada vez valen menos y donde ya todo es insignificante precisamente porque a nada le damos un significado, hemos conseguido hacer de esta búsqueda un vil mercado: coachings, videítos motivacionales, libritos de autoayuda vendiéndose como pan caliente, lo que a su vez nos señala la intensidad de los intentos en masa que la humanidad tiene por cubrir el vacío que genera esa profunda e imperiosa necesidad, sin ver que por el contrario, con el objeto de sumergirnos aún más en el engranaje capitalista de comerciar con las emociones, dichos productos no resuelven ninguna búsqueda, sino que surgen solo para enseñarnos a vivir pese a la falta de sentido.
Si la vida es algo insignificante, carece de cualquier otro valor que no sea el que nosotros mismos pretendamos atribuirle. Por eso es que Camus acertó al decir que la vida es básicamente una sucesión de acontecimientos inútiles, vacíos y ausentes de significado, que repetimos cada día por tradición, por costumbre, por inercia.

La vida en sí misma no tiene sentido, lo que ya de por sí es un absurdo.
El mundo no nos debe nada. Es en esta existencia absurda repleta de dolor e incongruencia que nos vemos obligados a explicar esto de una u otra forma.
La existencia en sí es sufrimiento, Schopenhauer lo entendió todo. Pretender racionalizar el sin sentido de la vida es una tarea inútil y eterna. No es ser pesimista, es realismo puro, entendiendo que todo pensamiento tiene sus límites. Al cuestionarnos sobre el origen de las circunstancias, tanto de nuestras alegrías como de nuestras penas, de inmediato llegamos al abismo de aceptar de nuestra ignorancia y una falta de respuestas para las más grandes y trascendentales preguntas.

Aceptar la vida y su falta de sentido solo plantea el reto de asignarle motivos para querer seguir en ella, anhelando hallar cierta belleza en lo absurdo de las causalidades, sobreviviendo estoicos como Viktor Frankl y su profundo análisis existencial tras concluir que vivir es sufrir y sobrevivir es hallarle sentido al sufrimiento. Contemplar estéticamente las cosas y los hechos del mundo es lo único que nos salva, pues nos brinda un estado de serenidad que aleja los males inherentes al tremendo hecho de vivir.

No nos queda nada más que encontrar consuelo en un baño tibio o un vaso de leche con chocolate, algo así, o en mi caso, yo no creería más que en un Dios que supiera bailar.

martes, 28 de junio de 2022

El misterioso caso de una voice note que "no se escuchó"

"A wise girl kisses, but doesn't love.
Listens, but doesn't believe.
And leaves before she is left".

Marylin Monroe


Las personas fueron creadas para amar y las cosas para ser usadas.
Por eso el mundo está tan mal: amamos a las cosas y usamos a las personas.

Un engaño me molesta más que nada por el hecho de que pretendan subestimar mi inteligencia, y no esperes que "no haga conjeturas" ante lo que es evidente, así como yo no espero que eso ahora te interese. Por fortuna, sé perfectamente cómo usar un taladro con diferentes brocas, así como usar un gato y quitar los birlos con el dado; no me da miedo ensuciarme las manos y he aprendido siempre a resolver mis problemas yo solita. Así que cambiar una llanta a mí no me asusta, al menos no tanto como al parecer a ti te asusta mi independencia, porque aunque te hubiera querido para todo, jamás te necesité para nada.

La forma en la que la gente se va te lo dice todo. Por eso cuando yo entro o salgo de la vida de alguien más, cierro la puerta con cariño.

'Cause people don't abandon people they love.
They abandon people they were using.

domingo, 21 de noviembre de 2021

Sugerencia

No soy todo lo que ves.
Pero tampoco ves todo lo que soy.
No puedo pedirte que te intereses por alguien que hasta ahora no te ha interesado lo suficiente.

Sin embargo, puedo sugerirte que, si lo haces, te enamores de una mujer de verdad. No te diré que busques a una mujer que lee, porque seguramente ya alguien te lo sugirió por mí, y su cultura y sed por la sabiduría es una opción que podrías elegir o no. Pero fíjate en aquella que te escuche, o que quiera hacerlo, porque te estará dando algo sumamente valioso e imposible de recuperar: su tiempo. Enamórate de una mujer que busque formas en las nubes, indica que es creativa y siempre te sorprenderá. Enamórate de una mujer que sea lo suficientemente valiente para aceptar que tiene miedo pero que siempre actúe a pesar de él. Una mujer de verdad no mata hormiguitas sólo porque puede, enamórate de la que toma a la hormiguita en la uña y la devuelve a su filita. Eso significa que es buena y capaz de apiadarse de los que no tienen las mismas herramientas que ella, suma perfecta entre poder y humildad.

Enamórate de una mujer que no disimule ni esconda lo inteligente que es. Las que se hacen pasar por tontas son mucho más peligrosas que las que asumen con orgullo lo inteligentes que son. Además, ¿por qué quisieras estar con una mujer que se subestima para "cazar" a un hombre? Enamórate de una mujer que sea abrazable, adorable, querible y cogible. Todas son importantes. Una mujer de verdad no se maquilla mucho. Es honesta y segura. Las que se maquillan mucho envejecen más rápido. Enamórate de una mujer que prefiera la ideología de Mafalda y no los estereotipos de Barbie. Enamórate de una mujer a quien le guste comer. La vida es más divertida comiendo pizza que atún. Enamórate de una mujer a quien le guste la música. No importa que no sea la misma que te guste a ti, porque tú no sabes en cuántas canciones será capaz de encontrarte. La música puede unirlos cuando se alejen, curarlos cuando se enfermen y salvarlos cuando se pierdan. Enamórate de una mujer que disfrute cocinar, aunque no le guste lavar platos pero que tenga dinero como para comprar un lavaplatos. Muy importante.

Enamórate de una mujer que esté más preocupada por los ceros en sus cuentas que en las tuyas. Enamórate de una mujer que te dé el espacio que te permita extrañarle, que te extrañe, que te lo deje saber, y que aún así no exija nada que tú no quieras dar. Enamórate de una mujer que te quiera porque la haces reír y no porque le compras cosas; las mujeres de verdad pueden pagarse sus gustos y necesidades. Observa sus ojos, y enamórate de una mujer que respire profundo para calmarse cuando te ve. Enamórate de una mujer que no pueda esconder nada, de las miradas que la delaten y que te digan lo que necesitas saber. Enamórate de ella porque le brillan los ojos cuando te ve. Eso significa que está enamorada de ti.

Enamórate de una mujer que hable bastante, para que tú no tengas que hacerlo. Ella será sincera y real; la parte fácil es tuya: asiente y sonríe como si tuvieras idea de lo que está hablando. Enamórate de una mujer que te escuche con atención. Una mujer de verdad puede leerte sin palabras, enámorate de la que te haga pensar y que pueda hacerte sentir culpable y genuinamente arrepentido de vez en cuando. Que tenga ese poder sobre ti es el mejor antídoto contra la soberbia y el orgullo. Enamórate de una mujer que no sepa planchar, para que no pierdan ni un solo momento juntos. Enamórate de una mujer que sepa escribir “mensajitos” de amor. Los “mensajitos” reviven la emoción y hasta pueden mandar un bombazo de sangre a tu... ...corazón.

Enamórate de una mujer a quien le guste bailar. Recuerda que bailar es la expresión vertical de un deseo horizontal. Si ella quiere bailar contigo, te lo estará diciendo todo. Enamórate de una mujer que piense en otras cosas, que haga otras cosas y que piense en otras personas diferentes a ti. Enamórate de una mujer con hobbies, con intereses, con pasiones, con una vida propia. Que no seas sólo tú, para que no te asfixie. Enamórate de una mujer que sepa que el amor tiene que ser libre. El amor obligatorio sólo le hace daño a los involucrados. El amor obligatorio simplemente no es amor.

Enamórate de una mujer que no pida nada. Las mujeres de verdad no necesitan hacerlo, porque saben lo que valen y no aceptan menos de lo que merecen, lo que te pone a ti en un nivel de altura. Alégrate si crees que pretende demasiado, porque eso sólo significa que sabe que tú lo puedes dar. Recuerda que si ella es increíble, no será tan fácil. Si ella vale la pena no te rendirás, y si te rindes no eres digno de ella. Aprende a valorar sus pequeños grandes actos, porque en cada cosa que hace te estará entregando un pedacito de su alma. Enamórate aún más si no se acompleja por los juicios ajenos, porque se mantendrá siempre íntegra y leal a lo que ella es.
Enamórate de una mujer con sus propios misterios. Te deleitarás desenvolviendo cada uno de ellos. Si haces lo que nunca has hecho, verás lo que nunca visto. Sedúcela con tu inteligencia, desvístele el corazón, porque la ropa se caerá sola. Una mujer de verdad es admirable, interesante, precisa, impredecible, con una gran historia y una portada atractiva, pero un contenido inolvidable. Enamórate de una mujer que ame y deje amar. Que sea y que deje ser.

Enamórate de mí, o de alguien como yo, para que no me duela tanto.

miércoles, 25 de agosto de 2021

De damas, caballeros y 'compañeres'

Voy a contar una historia real:

Mi nombre es Daniella, así con doble ele. Llevo TODA mi vida batallando contra el status quo de que en el imaginario colectivo "todas las Danielas" se escriben con una ele. Y sí, ha sido algo latoso, más que nada por trámites y documentos. Una letra ha generado caos y confusión por años, porque "pues tu nombre está rarito".
Ahora, parte de la historia es el porqué de mi nombre. Resulta que mis papis decidieron llamarme Danielle, porque francés y pues oh lalá, trés bien, mon cherie. El tema fue que su pronunciación es "Daniel", así nomás. Y pues soy niña. Y pues México. Y pues cómo lo va a entender la gente. Y pobrecilla, la van a bullear forever. Y mis amados y considerados padres adecuaron SU decisión en MI nombre (que está bien bonis, btw), para que poniéndole una "a" al final, los OTROS no se fueran a confundir entre lo que se lee y lo evidentemente niña, fémina, mujer, XX y no XY que soy desde que nací. Así las cosas, igual nadie me llama por mi nombre. Soy Danny, hipocorístico que va idéntico tanto en femenino como en masculino. Qué simpático, ¿no? Lo mejor: si alguien que no me conociera llegara a pensar que esa persona "Danny" que soy hiciera referencia a un varón, no es como que me ofendiera, porque ser hombre (o mujer, o palmera) no tendría nada de ofensivo, simplemente sería un error semántico y listo. Error que por supuesto, no me definiría ni me haría dudar de quién soy.
Claro, esa soy yo, simplemente opinando que la inclusión va muchísimo más allá de las palabras. El lenguaje existe porque es un SISTEMA DE CÓDIGOS. Pero no tiene nada que ver con el respeto y la dignidad que como humanos nos debemos todos.
Creo que cada quién es muy libre de sentirse a gusto y feliz siendo quien realmente es, con los gustos y preferencias que tenga, eligiendo lo que más satisfaga a su persona. Tristemente vivimos en un mundo lleno de hate que no sabe respetar que a los otros no les agrade lo "normal", ¿qué es normal, para empezar? Tiramos hate si la piel es de tal o cual tono (como si la cantidad de melanina la decidiéramos nosotros), si se es gordo, flaco, rico, pobre, vegan, "chairo", "fifí", hombre, mujer, si se es, si no se es... Vaya, tiramos hate a todo aquello que no entendemos. Y por eso lo etiquetamos.
Pero en ese remolino nos hemos vuelto una sociedad HIPER sensible, y a veces rayamos en absurdos sin sentido escudados ridículamente en la forma y no en el fondo del asunto. Todos somos seres humanos, todos estamos hechos de lo mismo, todos tenemos anhelos, pasiones, preferencias, necesidades, deseos, elecciones. Y si alguien decide sentirse hombre, mujer, o ambos, o ninguno, está padrísimo. Se vale, why not? Si eso lo llena, si eso lo hace sentirse pleno, adelante, creo que yo no soy nadie para juzgar o criticar, vaya, ni siquiera para "aceptar" porque no es como que necesite mi opinión para ser quien es. En un mundo donde falta justamente eso, empatía, a mí sí me da mucho gusto y me llena el corazón de amor y alegría el que cada quien ame a quien decida amar y se sienta quien elija ser.
Sin embargo, no se puede negar que, como mencioné al inicio de mi muy irrelevante post, existen sistemas de códigos lingüísticos innegables, y por más crudos que parezcan han existido y subsistido porque eso nos ha permitido la comprensión de nuestro mundo. Una persona ciega es alguien que carece del sentido de la vista. Punto. Pero es preferible llamarle "débil visual", "invidente", etcétera, precisamente para no caer en el tema de "ofender sensibilidades"... cuando la realidad es que creo que ofendería menos si se publicaran más libros en sistema braille.

Si queremos hablar de una verdadera inclusión, repito, no deberíamos darle tanto peso a la forma sino al fondo.
El ser "políticamente correctos" solo encubre los verdaderos problemas sociales bajo una falsa noción de tolerancia, que no es lo mismo a una real integración, aceptación e inclusividad del otro ser.
Mis alumnos se sorprenden cuando los saludo utilizando el LSM, cuando lo sorprendente es que en un país donde el 12% de su población (7,7 millones de personas) padece algún tipo de deficiencia auditiva ello no sea tomado en cuenta, existiendo solo 40 intérpretes certificados en Lengua de Señas. En un país donde más de 15 millones de personas hablan alguna lengua indígena, solo utilizamos (sí, qué fuerte) a nuestros artesanos para la foto como souvenir, pero no exhortamos a que se incluya el maya o el otomí como materias en nuestra formación curricular. En un país molesto por esas escasas 4 medallas Olímpicas, veo cero emoción por las 5 (y contando) que ya se obtuvieron en los Paralímpicos (2 de oro, btw).

Incluir no es cambiar la gramática, sino cambiar nuestras actitudes. Si bien Jakobson estipuló en sus teorías las funciones del lenguaje, bajo este contexto se entiende que las diferencias intrínsecas no las marcan los "pronombres", sino nuestro trato hacia los demás. Pueden entonces criticar mi postura, siéntanse libres de hacerlo. Al final del día yo no soy la RAE, pero sí entiendo porqué se dice que somos "serES", así como creo que la inclusión implica incluir, comprender, respetar, integrar. Además, cuando estás completamente seguro de lo que eres o sientes que eres, no necesitas que venga todo mundo a legitimarlo.

Explicado de una manera muy elemental, en el idioma Español el plural masculino incluye a ambos géneros gramaticales, así que al dirigirse al público no es necesario -ni correcto- decir "mexicanos y mexicanas". Hacer una distincion entre ambos géneros es solo correcto cuando el masculino y el femenino son dos palabras completamente diferentes, como "hombres" y "mujeres", o "toros" y vacas"; pero hay quienes llevan muy lejos este error lingüístico, sin entender que en el Español existen los principios activos como derivados verbales. Por ejemplo, el participio activo del verbo "atacar" es "atacante", así como el del verbo "existir", que es "existente". Así, el participio activo de l verbo "ser" es "ente", es decir, "el que es", el que tiene entidad. Por esta razón cuando nombramos a la persona que tiene la capacidad de ejercer la acción que ejerce, al verbo se le agrega la terminación "ente", independientemente de su género, y entonces tenemos que del verbo "cantar" se dice "cantante", y no "cantanta", ni "estudianta", ni "adolescenta". Independientemente del género, un médico dirá "paciente", no "pacienta". Así, todo eso de "amigue", "les seres humanes", y etcéteras, no son lenguaje inclusivo, sino falta de cultura.

Inaceptable es el uso de cualquier adjetivo calificativo grosero, denigrante o despectivo. Por lo demás, si van a andar jugando a hacerle al "progre", habrían de empezar por distinguir que la inclusión, el respeto, la empatía y el amor al prójimo van muchísimo más allá de cómo pretendan manipular preceptos alterando el -correcto y normativo- uso lingüístico de las vocales en la derivación de palabras acorde a género gramatical, porque pienso que en estos momentos Saussure debe estar abrazando su teoría del Triángulo Semántico mientras se revuelca de risa en su tumba.

Sintaxis, empatía y dos pesos de criterio, bebés, that's all.


"Por un idioma sin idiomo"
(Autor: Roberto Santamaría-Betancourt, un genio)

Si no tiene "dío" el día,
y el trigo no tiene "triga",
ni existen las "gobernantas",
tampoco las "estudiantas",
ni "hormigo" entre las hormigas.
Aunque lo intenten, comprar
con millones y "millonas"
un trono no tiene "trona"
ni "jaguara" has de llamar
a la hembra del jaguar,
y aunque el loro tenga Lora,
y tenga una flor la flora
mi lógica no se aplaca:
no tienen "vacos" las vacas
ni los toros tienen "toras".
Aunque las libras existan
con los libros no emparejan,
y tampoco se cotejan
suelos, que de suelas distan,
por mucho o "mucha" que insistan
mi mano no tiene "mana",
no tiene "rano" la rana
y foco no va con foca,
ni utilizando por boca
al masculino de Ana.

sábado, 31 de julio de 2021

La sonrisa de una Ranita tropical

Les voy a contar la historia de una Ranita que por cuestiones de la vida se aventuró a dejar su feliz estanque caribeño, por otro que estaba junto a cierto Río (al que btw le da por desbordarse).

Así que por ahí andaba la Rana, salte y salte de aquí para allá, hasta que luego de unos ocho años (!) viviendo en su nuevo pantano, un día se sintió medio tristona. Básicamente esto se debía a que trabajaba 24/7 (porque era un anfibio algo melancólico pero muy muy responsable), y que aunque nunca fue una rana de muchas amiguis, y a pesar de ya conocer a mucha gente entre los habitantes del Río, no contaba con amigos entrañables ni tan simpaticones como los que viven en la Madriguera, allá en su natal Caribe, y hasta temía que ellos ya la tuvieran en el espantoso olvido. Sniff, sniff.

Pero no fue hasta un buen día de otoño, al caer la tarde y poco antes de la lluvia, que la Ranita meditabunda inesperadamente recibió un pequeño pero enorme regalito cumpleañero: una sorpresa que le hizo recordar aquel épico momento universitario en el auto de su amigo Pato, donde entre todos la bautizaron con tan tremendo nombre...
Entonces, su pambolero corazón se llenó de confetti al saber que su pequeño ser aún es recordado por esas personas que son tan importantes para ella, y agradeció con toda su alma por contar con sus viejos, queridos (y obvi sumamente apuestos) buddies, ya sea para analizar la Champions, para hablar de los éxitos musicales de ayer y hoy, para sugerir tips ejecutivos... o para responder mensajes enviados por Whatsapp con más o menos un año de retraso (oopsie, btw)...

Detallazo. Un lindo presente para recordarme que el regalo en sí es, precisamente, seguir presentes.
Ya sabe usted cuánto se le quiere. Gracias totales, mi buen Antieverything!

*corre a poner en su playlist algo de Richard Ashcroft porque esa Rana Rounds es una cosa nostálgica en serio, hahaha.
🐸

miércoles, 5 de mayo de 2021

Champions League: Chelsea vs. la actitud Madridista

Un muy molesto Madridismo dice que Eden Hazard no siente los colores de su equipo. Que no siente la camiseta, que qué vergüenza lo que hizo al terminar el juego...
Vaya tontería. El Real Madrid tiene toda la razón para estar molesto, pero con ellos mismos, porque ayer el Chelsea les pasó por encima. Fueron un equipo con mucho toque, pero cero agresividad. Con abuso de balón en los pies, pero lentos en su reacción y con una táctica fallida, sacando a Vinicius (quien no juega por esa banda, y era de los únicos que hacía los cambios de ritmos) para meter a Valverde en una posición no habitual, con Ramos sin haber jugado desde enero, y bueno, enfrentando a un magistral Kanté, a un muy fino Werner, a un genial estratega como Tuchel. De hecho el marcador no refleja ni de cerca lo que pudo haberse anotado en la cancha. La Premier League sigue dando ejemplo de cómo se crece en el juego, con jugadores como Thiago, a quien en Francia ya daban por acabado, o Chilwell, que viene de un equipo como el Leicester y su hazaña del 2016.
Como varios otros reponiéndose de bajas, Hazard también debe recuperar su forma, no podían esperar que en un par de partidos llegando de una lesión jugara como siempre, y por supuesto, no jugaba solo, en la cancha hubieron otros 10 que no pudieron revertir la situación.
Enojarse con el belga porque felicita al equipo rival, es absurdo. Como en la vida, cualquier jugador con mentalidad top puede alegrarse por sus amigos y excompañeros, más sabiendo que claramente fueron muy superiores, y ya.
Lo bonito de un deporte es entender que en la cancha es una cosa, y fuera de ella es otra. Hazard viste el jersey Merengue, y no por eso resta valor, respeto o goce por compartir esos niveles de competición con quienes fueran su familia profesional y grandes amistades de más de siete años.
El Madrid es un grande, es un histórico, es legendario. Pero su enorme defecto es la arrogancia. Los medios madridistas están hiperofendidos con Hazard después de esta imagen, ¿pero qué debería sentir vergüenza? Vergüenza que se hubiera puesto a pelear con el otro equipo (...), o los inolvidables berrinches de su ex Comandante CR7, o que ganaran bajo arbitrajes cuestionables (...), o cometiendo faltas miserables como la de Ramos a Salah en aquella final versus Liverpool, por ejemplo.
Quizás están en lo cierto. Quizás Hazard no siente "el Madridismo" como los demás. O quizás simplemente reconoció que el otro equipo jugó mucho mejor y no es un llorón que no sabe perder. Eso es lo que hacen los equipos grandes. Pero bueno, mediáticamente tal vez necesiten algo para opacar la derrota. Aunque sería más útil que no busquen una excusa para tapar los errores que cometieron y lo débiles que estuvieron. Hay que ser realistas y darse una autocrítica, y mejor ponerse las pilas para pelear la Liga, que es la única bala que les queda para no irse en blanco en esta temporada. Ah, y como hincha blaugrana, yo sí espero que este fin, al terminar el partido contra el Atlético, los culés y Suárez se acerquen a abrazarse, sin importar quién gane o no. ⚽🏆

miércoles, 10 de marzo de 2021

Champions League: Paris Saint-Germain vs. Barça

Sin novedad en la Champions League. No estaba esperando el milagro de la remontada, y aunque obvi sí duele que después de 14 años mi equipo se quedara apenas en octavos, me dio gusto ver el juego que dieron hoy; si bien el PSG (sin Ney y con Di Maria de cambio hasta el segundo tiempo) jugó bastante malito, en donde los mayores méritos los diera un Icardi oportunamente colocado para un fatídico Lenglet, los culés por fin se mostraron con ganas de hacer las cosas bien, arrancando por momentos esas sonrisas que ya nos hacían falta a los hinchas del equipo blaugrana. Lástima que lo hicieran hasta estas instancias.
Con un marcador global de 4- 1, desafortunadamente para los blaugranas el empate a 1 no les alcanza, aunque más allá de eso, el resultado de hoy no refleja lo que ocurrió en la cancha con los visitante. Por el amor al soccer, qué placer es ver partidos como este, aunque se toparan con una máquina llamada Mbappé, quien no perdió oportunidad de quebrar la cintura de los defensas con tremendos recortes, y un poderoso Keylor (mis amigos Merengues saben que desde siempre lo he respetado muchísimo) quien se mantuvo impecable en su ejecución y a quien sin duda el París le debe mucho de este marcador quirírgicamente resguardado en la portería.
Así lo bonito del juego, sensaciones agridulces al ver que estos serán los primeros cuartos de final, desde el 2004, sin contar con Cristiano ni Messi, quienes de a poco van pasando la estafeta a las nuevas generaciones que comienzan a marcar sus propias estadísticas.
Siempre enamorada de las noches mágicas de la Chaaaampiooons! ⚽